CASTRO EN LA EDAD MEDIA
1- Introducción: DE LABITOLOSA A CASTRO, DE LA CIUDAD A LA ALDEA
La crisis del Imperio Romano a partir del S.III, abre para el conjunto de lo que fue Hispania, un largo periodo durante el cual va madurando el conjunto de elementos que acabarán configurando los rasgos de la sociedad medieval.
Vista aerea de las Termas de Labitolosa |
De una sociedad urbana, ó al menos con una cultura de referencias urbanas (piénsese en Labitolosa), se pasa a una sociedad ruralizada, cuyo centro de producción será la aldea (piénsese en Castro). De las termas públicas y de las casas con calefacción por aire caliente, como las encontradas en Labitolosa, pasamos a la rigorosa austeridad de la aldea de Castro. Aparte de este cambio de cultura y de status, ¿dónde se metieron los habitantes de la antigua Labitolosa, y por qué una zona de características urbanas pasó a convertirse en un lugar oscuro, rural y aldeano?
El hilo conductor de esta evolución regresiva es la decadencia iniciada en el S.III, en la que desaparecen muchas ciudades, decae el comercio y la industria y toda actividad queda atada al pequeño lugar y a la tierra local. Se pierde la globalización , y el individuo, antes ligado al poder del Estado, que de alguna manera lo protege, se refugia en el Señor local. Desaparecido el Estado con mayúsculas, su hueco lo irán llenando los Señores de tierras y hombres que, paulativamente, se irán apropiando de todos los poderes del estado. Nacen los Señoríos. Así, se pasa de la ciudad, donde abundan las estatuas del emperador, que representa al Estado, a la aldea, donde lo relevante es la torre ó castillo, expresión de la seguridad que ofrece el Señor. Así se pasa de Labitolosa a Castro.
Lo novedoso no será la relación de señor y esclavo, que ya existía en el mundo romano, sino el tipo de habitat: la ciudad ó las “villae”, cuya vida giraba en torno a los centros administrativos urbanos tipo Labitolosa, han sido sustituidos por la aldea, normalmente situada en un lugar estratégico y enriscado, como Castro, pues también es función del nuevo señor ó “patronus” la defensa de sus súbditos que, a cambio, le ofrecen mano de obra barata para el cultivo de sus latifundios.
Muchas aldeas surgieron de las ruinas de villas abandonadas, pero en su mayoría fueron continuación de núcleos ya preexistentes. Posiblemente el orígen de Castro, tal como indica su etimología, fuera una torre de vigilancia que la cercana Labitolosa tenía para controlar la entrada al valle del Esera. Pensamos, además, que este lugar fortificado, una vez caido el Imperio Romano, se iría poblando como lugar seguro que era, si bien sin llegar a los setecientos vecinos que menciona Saturnino López Novoa en su Historia de la Ciudad de Barbastro. Cierto que, desaparecida Labitolosa, no es imaginable pensar en un vacío en esta zona que, como dice Manuel Garcia Guatas, hay que considerarla sagrada por la importancia que ha tenido desde el Neolítico. Castro debió coger el testigo de Labitolosa, con independencia de que tambien se poblasen otras zonas, como Coscujuela, a donde probablemente fueron muchos habitantes de Labitolosa.
Tambien dice Saturnino López Novoa, citando un manuscrito del Racionero Cañada que “el año 775 el Rey de Francia sacó a Castro del poder de los moros, y dio esta iglesia a los monges benedictinos, quienes permanecieron en ella hasta 1.466”.
Sin entrar en la veracidad de esta noticia, ya que, como se sabe, las antiguas iglesias y monasterios hacían ingeniería histórica para acreditar mayor antigüedad, lo que conllevaba ciertos privilegios, en el caso de Castro, su preeminencia como iglesia, no ofrece dudas. En toda la Diocésis de Barbastro sólo ostentaban el título de Abad los rectores de La Puebla de Castro a donde bajaron el Abad de Castro y sus Racioneros en 1.622), Ainsa y Estadilla. Pero sólo el Abad de Castro tenía el derecho de colación ó imposición del bonete a sus Racioneros, ceremonia reservada por lo general al Obispo.
Pero si la noticia de Saturnino López Novoa nos parece excesiva y, en todo caso, sin poder documentar, la existencia de una comunidad mozárabe en Castro nos parece más que probable, a tenor del paralelismo con otros lugares próximos como Aguinaliu, en donde sí está documentada, según se desprende de una disputa entre sus habitantes y los de Juseu en el año 987 por el pozo de la sal y su recurso al juez de los mozárabes que estaba en Lérida.
Vista desde el tejado de la Ermita de San Román de castro |
Con seguridad fue Sancho Ramirez el que conquistó Castro en el año 1.081, teniendo documentado en el año 1.083 el nombre de su Tenente Bernard Remon de Castro, que señoreaba las tierras del monte de Castro, Barasona y llanos de La Puebla, origen de lo que en la mitad del S.XIII sería la Baronia de Castro, a la que con posterioridad se agregó Pomar (año 1.260) y en la misma fecha, ó algo posterior, Estadilla, como donaciones del Rey D. Jaime I el Conquistador a su hijo natural Fernán Sanchez.
Desde Labitolosa a Castro, desde la ciudad a la aldea, ocho siglos de distancia que el caminante puede alcanzar con un gratificante paseo de menos de una hora. Merece la pena.