III Jornadas Aragonesas de Cuidados Paliativos
El
Psicólogo Pedro Bardaji Suarez reflexiona con otros dos expertos sobre el final de la
vida. Pedro
Bardaji Suarez es Psicólogo
Especialista en Psicología Clínica, Terapeuta de Pareja y Familia. Dir. Del
Centro de Psicología Clínica de Huesca. Orientador en el Colegio Santa Ana de
Fraga.
Mar Bescós, María Bellosta y Pedro
Bardaji durante la mesa de debate que celebraron en el Centro-Cultural
Ibercaja de Huesca.
Autor de la foto Pablo Segura |
Entrevista realizada por la Periodista Verónica Allué al Psicólogo Pedro Bardaji y publicada en el Diario del AltoAragón del 16 de mayo de 2013.
El ser humano puede afrontar la muerte sin angustia y
sin miedo, así lo demostró el psicólogo Pedro Bardaji Suarez durante
su intervención en el Cineforum programado en el marco de las III Jornadas Aragonesas
de Cuidados Paliativos en Huesca.
Tras la
proyección del cortometraje “La Dama y la Muerte”, del director Javier Recio,
en el que se aborda la llegada de la muerte en la vejez, la socióloga María
Bellostas, la doctora Mar Bescós y el Psicólogo Pedro Bardaji entablaron un
animado debate sobre cómo afrontar el final de la vida.
“El miedo a la muerte se experimenta cuando somos conscientes
del hecho biológico de que la vida cesa, de que el principio vital desaparece
del cuerpo”, manifestó Bardají, quien apuntó que para afrontar mejor
este momento humano se debe “proveer de
una explicación, de una narración, de un sistema de creencias” que le ayude
a afrontar el hecho de la muerte sin miedo. Respecto a cómo se puede mirar cara a cara a la muerte y no tener
miedo, el experto fue rotundo: “no
considerando a la muerte como el final de la vida, sino una continuidad de
ella. La muerte no es el final sino un viaje, un tránsito entre mi vida aquí y
mi vida en el más allá”.
“La clave
está en la continuidad de la vida y en considerar que morir es abandonar este
lugar para ir a otro donde me encontraré seguro, protegido, sin dolor, sin
sufrimiento, rodeado de seres que deseo estén a mi lado, como familiares,
ángeles o el creador”, agregó.
Bardají
también ofreció algunos consejos para
afrontar la noticia de la muerte de un ser querido. “He de evitar agarrarme a él, negándome a la despedida, y he de evitar
la idea del nunca más lo volveré a ver porque suponen un muro infranqueable,
generan una tremenda frustración, dolor y hunden al ser humano en el pozo de la
depresión”.
La
estructura básica que han de tener las explicaciones, narraciones, pensamientos
o creencias a las que debe agarrarse una persona y “repetir continuamente” para minimizar el miedo que paraliza, para
aliviar el dolor y la angustia por la pérdida anticipada y poder prestar ayuda
en el proceso es “la idea de la inevitabilidad
del viaje y la expectativa del reencuentro, el reencuentro en un cielo, un
paraíso o en la nada”.
Y, en
cuanto a la vida posterior sin el ser
querido, el experto recomendó aferrarse a la idea, del “ya me adaptaré”. “Me
proyecto al futuro por encima del obstáculo de la pérdida y continúo viviendo,
como lo hice también cuando me despedí de la casa de mis padres, cuando me dejó
el primer novio o cuando terminé los estudios, por ejemplo”, añadió.
Para
sobrellevar esos días de despedida,
Bardají aconsejó tener una actitud serena y pensar que es bonito estar al lado
del ser querido, “acompañarle, cuidarle
estos últimos días antes del adiós, del hasta luego”. Lo que no hay que
hacer es pretender “salvarle la vida ni
evitarle la muerte”, hay que hacer “lo
más agradable posible sus últimos días entre nosotros antes del viaje”.
Por último,
apuntó que el funeral hay que
entenderlo y utilizarlo como “un ritual
para honrar la memoria del ser querido, a través del cuerpo que habitó, cuya
vida se ha ido”.
LISTO PARA EL VIAJE
El enfermo
terminal debe “prepararse para el viaje asumiendo las ideas de la inevitabilidad
del adiós, la continuidad de la vida en el más allá, la expectativa del
reencuentro futuro con los que aquí se quedan y con la expectativa de ayudarles
desde allí”, señaló el psicólogo Pedro Bardají, quien apuntó que el enfermo
terminal, dejará arreglados los temas burocráticos, las herencias, puede
decidir su funeral y “poco a poco, se irá
despidiendo del mundo y desconectando de las cosas que aquí le atan”.
Puede hacer
un balance de su vida dejando
constancia de ella por escrito o en video y, si es creyente, puede confesarse y recibir la bendición apostólica
y el perdón de todos sus pecados, señaló.
“Se despedirá
de las personas que quiere y poco a poco se irá desconectando de la prensa, la televisión,
la radio, dejando en su mente como único pensamiento el inminente viaje al
lugar seguro del más allá, haciendo presente el recuerdo de las personas
queridas que murieron y que espera le salgan a recibir”, concluyó
el experto.
SERENIDAD, LA MEJOR VIRTUD DEL CUIDADOR
El cuidador
principal de una persona que está al final de su vida debe tener en cuenta que “las emociones se contagian, por eso es tan
importante la estabilidad emocional del
cuidador”, indicó el psicólogo Pedro Bardají. Un sólido sistema de
creencias basado en las ideas de la inevitabilidad de la despedida, la
continuidad de la vida tras la muerte y la expectativa de un futuro reencuentro
“proporciona la serenidad emocional en la
que necesita apoyarse el enfermo”
“Como cuidador tengo que aprender a gestionar mis emociones para poder dar ayuda al enfermo”, señaló el
psicólogo, quién apuntó que “el miedo y
es asco paralizan y hacen escapar del enfermo”. Para poder afrontar su
cuidado “tendré que superar estas
emociones negativas mediante la frialdad emocional (verlo como algo ajeno que
puedo encapsular, que no me afecta), el coraje (para poder atacar sin miedo) y
la compasión, la pena, (para poder superar el asco; hay monjas que ven a Cristo
en el enfermo y es a Cristo, en el cuerpo de ese enfermo, al que están
cuidando)”.
En la
comunicación con el enfermo, Bardají aconsejó no examinarle con preguntas del
tipo “¿sabes quién soy?, ¿conoces a esta
persona que te viene a visitar?, ¿sabes qué día es hoy…?”; porque le generan
inseguridad y falta de confianza. En su lugar propuso utilizar afirmaciones: “Mamá, soy tu hijo Antonio; mira ha venido a
verte tu hermano Pepe; hoy es miércoles estamos en la casa de…”
Por
último, el experto manifestó que “todo
cuidador necesita del respaldo y apoyo del equipo médico, de medios técnicos y
de miembros de la familia o personas contratadas que puedan relevarle unas
horas en el cuidado del enfermo”. Y concluyó subrayando que es fundamental que el cuidador pueda “cargar pilas” para poder seguir
llevando a cabo su misión. “De forma
intermitente debe proporcionarse a sí mismo una evasión, un placer sensorial sin
culpa: abrazos, afecto, sexo, comida, deporte, oración, meditación, contacto
con la naturaleza…