Antonio Torres Rausa |
LOS
DERECHOS DE BARCAJE Y PONTAZGO
DE LA BARONÍA DE CASTRO SOBRE
LOS RÍOS CINCA Y
ÉSERA
Autor del Artículo: Antonio Torres Rausa
Artículo publicado en el
Diario del AltoAragón
del domingo 7 de Febrero de 1999
Entre
los derechos de la Casa de Castro, derivados
de la antigua donación que Jaime I
hizo a favor de su hijo bastardo Fernán Sánchez,
estaba el derecho de pontaje sobre el
puente de Olvena y el de barcaje sobre
la barca de las Pilas y la del río Esera.
La barca del río Esera venía a sustituir al puente de Olvena cerrado en l542 por razones de seguridad. Efectivamente, el 18 de enero de 1542, D. Berenguer de Castro y Cervellón, Señor de la Baronía de Castro y Estadilla, autoriza a su criado y vasallo Francisco “el Negro”, ante el notario Francisco de Lecina, para que pueda cerrar con puertas y llaves el puente de Olvena, debido a los numerosos robos y muertes que propiciaba tan angosto y solitario paraje. En su lugar, autoriza a utilizar la barca que el Marqués tiene sobre el río, poco más abajo, cobrando la misma cantidad o derechos acostumbrados, es decir, ocho dineros por persona y caballería, pero con la advertencia de abrir el puente siempre que el río bajase muy crecido o la barca estuviese inutilizada.
La abolición de los Señoríos y, más concretamente, la ley de 3 de mayo de 1823 y de 2 de febrero de 1837, anuló muchos derechos de portazgo y de barcaje, razón por la que quedaron en entredicho la mayor parte de estos derechos que, por otra parte, carecían de otros títulos de propiedad. Pese a estas amenazas, el administrador de la Baronía, a la sazón integrada en la Casa de Medinaceli, D. José Labastida, propone el 26 de junio de 1860 la construcción de una nueva barca para colocarla en el sitio de las Pilas, sobre el Cinca, recomponiendo la que allí había y subirla al río Ésera, entre los términos de Estada y Olvena.
La barca del río Esera venía a sustituir al puente de Olvena cerrado en l542 por razones de seguridad. Efectivamente, el 18 de enero de 1542, D. Berenguer de Castro y Cervellón, Señor de la Baronía de Castro y Estadilla, autoriza a su criado y vasallo Francisco “el Negro”, ante el notario Francisco de Lecina, para que pueda cerrar con puertas y llaves el puente de Olvena, debido a los numerosos robos y muertes que propiciaba tan angosto y solitario paraje. En su lugar, autoriza a utilizar la barca que el Marqués tiene sobre el río, poco más abajo, cobrando la misma cantidad o derechos acostumbrados, es decir, ocho dineros por persona y caballería, pero con la advertencia de abrir el puente siempre que el río bajase muy crecido o la barca estuviese inutilizada.
Puente del diablo, Puente de Olvena. Autor de la foto Ernesto Baringo Jordán. |
La abolición de los Señoríos y, más concretamente, la ley de 3 de mayo de 1823 y de 2 de febrero de 1837, anuló muchos derechos de portazgo y de barcaje, razón por la que quedaron en entredicho la mayor parte de estos derechos que, por otra parte, carecían de otros títulos de propiedad. Pese a estas amenazas, el administrador de la Baronía, a la sazón integrada en la Casa de Medinaceli, D. José Labastida, propone el 26 de junio de 1860 la construcción de una nueva barca para colocarla en el sitio de las Pilas, sobre el Cinca, recomponiendo la que allí había y subirla al río Ésera, entre los términos de Estada y Olvena.
El presupuesto de
los gastos es el siguiente: Construcción de la barca nueva 7.100 reales;
sirga 3.000 reales; compostura de la vieja 1.200 reales; total 11.300 reales
vellón. Las previsiones de amortización eran
tres años a razón de alquilar la barca en 3.300 reales al año.
Cuenta
el administrador Labastida al Señor Duque de Medinaceli que “Habiéndose
conseguido la construcción de la Nueva Barca famosa y completa, venciendo la
crueldad del invierno, echose, o se botó, a el agua; llegó muy bien a su sitio
de las Pilas, se colocó. Y se sacó la Vieja Barca para repararse: se hizo el
reparo o composición de ella como estaba presupuestado… dispuse echarla al río
para subirla al Ésera, para cuya costosa operación tuve que buscar veinte y
seis hombres y tres mulas de tiro experimentadas a arrastrar madera por ese
terrible y extraordinario río, ajustado todo por 250 libras… Iba marchando
hacia arriba con la lentitud que permitía la espantosa corriente, cuando por
desgracia dio en una gran peña y se bujera. (Se hallaban ya los pueblos
aguardando su llegada en los respectivos límites con la mayor armonía). Se pone
esta desgraciada Barca Vieja, media de agua, a pique de haber muchas desgracias
y alguna persona ahogarse. En vista de esta catástrofe, se retiró a la orilla
para ver de atender a su reparación si posible era. Al otro día principió a
llober y nebar, que ha durado diez o doce días el tiempo real atroz. Por esta
causa se ha derritido la mucha nieve que hay en los puertos y montañas, han
bajado y bajan unas riadas horrorosas; las muchas y grandes maderas que se
desprenden de la montaña por el río, han cogido a la Barca Vieja… Es un cuadro
triste ver tal espectáculo. Señor, repito que no es causa de los hombres ni de
la poca precaución… Estaba yo convencido para su arriendo nuevo por esta Barca Vieja puesta en el río Ésera, y creía sacar un partido regular, pues
me daban por el primer año 1.000 reales, por el segundo 1.500, y por el tercero
2.000 reales vellón.”
Pese al desastre, el administrador aconseja al Duque, la construcción de una nueva barca en base al apoyo y conformidad de los Ayuntamientos de Estada y Olvena, y a las excelentes perspectivas que se abrían con la carretera de Benasque.
Barca de paso, desembocadura del Ésera. Finales del s. XIX. Fotografía facilitada por Ernesto Baringo Jordán |
El 29 de Enero de
1861 era aprobada por el Duque de Medinaceli, Señor de la Baronía de
Castro, la nueva barca sobre el río Ésera: “Una barca nueva a la dimensión de 69 a 71
palmos larga y 22 a 24 palmos ancha, poniendo las mejores maderas posibles,
todos los clavos, hierros dados a bronce, la brea y estopa alquitranada
necesaria y suficiente para calafatearla, barandilla buena y hacer bancos
nuevos, torno para ensirgar, tijeras y cuanto concierne a ella; por la cantidad
de 7.500 reales vellón”.
En
la aprobación de ambas inversiones, el administrador
general del Duque, Rafael Cabrera, adjuntó un informe que dice: “En
cumplimiento del acuerdo anterior de U. debo hacer presente que en 19 de Mayo
de 1842 informó esta oficina sobre el título que la casa de S. Ex. tenía para
establecer Barcas en los ríos Ésera y Cinca, manifestando proceder éste de la
donación (le rectificamos con
la palabra “restitución”) que el Rey Don Alonso de Aragón hizo a D.
Felipe de Castro, predecesor de S.E. de la villa de Estadilla y Castro, con
todas las aldeas, términos y pertenencias, en Huesca a 7 de Mayo de 1286; de
cuyo derecho tomó posesión en 1807”.
De Enero de 1864
hasta 1866 ganó el concurso para arrendamiento de la Barca de la Pilas, Pedro Coscojuela, de Barbastro, por la
que pagaba 3.300 reales anuales, pagados en tres plazos, Abril, Agosto y
Diciembre.
De
esta manera, en poco más de tres años, a razón de unos ingresos por barcaje de
4.800 reales anuales, el Señor Duque tenía garantizado el retorno de una
inversión que ascendía a 17.600 reales.
El moderno puente de las Pilas. El pueblo de Estada al fondo. Año 2013. Autor de la foto: Miyam Miguelez Fernandez |
Corrían tiempos tan rápidos como las bravas aguas de estos ríos montañeses, en los que semejante suma de dinero podía, fácilmente, naufragar ante la posible pérdida de unos monopolios que ya estaban en extinción, por lo que había que darse prisa en recuperar el dinero. Evidentemente, no era hacer autopistas, pero es que con trece reales se podía comprar una fanega de trigo y con tres reales una gallina, aproximadamente lo que alcanzaba el jornal de un trabajador del campo.
Los anteriores datos han sido
obtenidos de la Administración del Duque de Medinaceli, en los territorios
sobre los que tenía derechos en la provincia de Huesca, que eran: Estada,
Estadilla, Baronía de Castro (La Puebla de Castro, Secastilla, Abizanda,
Castarlenas, Pueyo de Marguillén, Aler, Estaña y Olvena), Baronía de Peralta de
la Sal (Peralta de la Sal, Zurita, Gabasa, Purroy, Caserras, Camporrells,
Castillonroy y Pelegrín), Baronía de Hoz (Hoz, Salinas de Hoz y Montesa), Señorío
de los Cuatro Castillos (Lascuarre, Luzás, Laguarres y Juseu).