HISTORIA DE MI VIDA...
Autora del
artículo:
Araceli Pau Arnal
Araceli Pau Arnal nació el 15 de enero de 1932
en Casa Bravo de La Puebla de Castro.
En febrero de 2022 escribió
el relato de su vida que aquí presentamos.
Puede escuchar el texto completo, leído por Araceli, (Grabación y Edición de sonido: Cristina Sarrablo Moreno) haciendo clic sobre el signo del triángulo del reproductor siguiente:
TÍTULOS
DE CRÉDITO. Guión y Locución: Araceli
Pau Arnal. Grabación y Edición de
sonido: Cristina Sarrablo Moreno.
Realizador: Pedro Bardají Suárez.
Fotografías: Familia Bruballa-Pau, Pedro Bardají Suárez, Casa de
Chandomingo, Antonio Franco Nadal, Eugenio Cama Permisan, Manolo Cobos Sopena, José
Noguera García, Carmen Salamero Sierra, Ángel Vidal Abizanda, Julio Soler
Santaló, Nuria Suárez Arnal, Arántzazu Blanco Grañena (Tzazu Zuri), Parroquia
de Santa Gema de Zaragoza, Centro Pignatelli Jesuitas Zaragoza, Javier Vázquez.
Historia de mi vida.
Araceli Pau Arnal.
Nací en casa de mis padres (casa Bravo), Miguel Pau Pueo y Francisca Arnal Sahun, a las cuatro de la mañana del 15 de enero de 1932, en La Puebla de
Castro (Huesca).
Casa Bravo de La Puebla de Castro. Autor de la foto: Pedro Bardají Suárez. |
Según me contaron mis
padres, cuando papá abrió la puerta de casa para acompañar a la comadrona a su
casa, se encontró con unos 50 centímetros de nieve en la calle.
Cuando volvió, y
subió a la habitación, le dijo a mi madre: “No
te destapes, y no se te ocurra poner a la <<nina>> en la cuna, en
medio de los dos estará más calentita, porque hace un frío horrible, y tú no te
muevas para nada, si necesitas algo, me levantaré y te lo traeré yo”.
La Puebla de Castro cubierta de nieve. Autor de la foto: José Noguera García. |
Ya era la tercera de los hijos, pero parece
que les hice mucha ilusión. Mi hermana tenía 9 años y mi hermano 6, se llamaban
Ángeles y José.
Genograma de Casa Bravo de La Puebla de Castro. |
Mi padre era agricultor, teníamos varias fincas: de trigo,
olivas, almendras, uvas para vino, y tres huertos para cultivar verduras,
patatas, tomates, pimientos, lechugas, espárragos…, prácticamente todo lo
necesario para la cocina. Además, en casa también había: ovejas, cabras,
gallinas, conejos, etc., y, por lo tanto, teníamos leche y huevos recién
cogidos, con los que mi madre, en alguna fiesta, nos hacía: natillas,
rosquillas, arroz con leche… guisaba un pollo, o hacía un arroz de conejo que
estaba buenísimo.
Teníamos jamón y
longaniza, pues también criaban dos
cerdos, algún cordero que mataba el carnicero, y se repartía entre las
vecinas, por supuesto, pagando el precio que tenía la carne. También vendíamos
la leche sobrante y los huevos.
Francisca Arnal Sahun madre de Araceli Pau Arnal y Miguel Pau Pueo padre de Araceli Pau Arnal. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Mi madre se ocupaba de una pequeña
tienda del pueblo, que
tenía un poco de todo. Además de cosas de comer, vendía telas para vestidos de
niñas, hilos, cintas, zapatillas, y por supuesto pan, que mamá amasaba todos
los días y lo vendía. Esto lo hizo durante 40 años.
Bueno, más o menos ya
he presentado a mi familia.
Yo iba creciendo poco
a poco. Uno de los primeros recuerdos que tengo es de los
4 años, había comenzado la Guerra Civil,
salí a la calle y fui andando hasta la plaza, que estaba muy cerca, volví a
casa corriendo a decirle a mi madre que había una hoguera, y entre otras cosas,
se estaba quemando un Niño Jesús. Mamá me cogió en brazos y me dio besos para
calmar el disgusto que tenía. Ella ya debía saber de qué iba la cosa.
Plaza Mayor de La Puebla de Castro. Foto antigua facilitada por Ángel Vidal Abizanda. |
A consecuencia de la
guerra, a las personas mayores y los niños, nos llevaron a una caseta que
teníamos en una finca de la Ribera. Mis dos tías maternas de Madrid con dos hijos
cada una (tía Emilia casada con el
hermano de mamá José Arnal Sahun y
sus dos hijas Vitalia y Raquel; y tía María Arnal Sahun casada con tío Manolo y sus dos hijos Manolo
y Álvaro), eran refugiadas, las
llevaban a Valencia, pero mis padres consiguieron que a tía Emilia y a tía
María y a sus 4 hijos (Vitalia, Raquel, Manolo y Álvaro), mis primos hermanos,
los trajeran a nuestra casa. Les parecía que estaríamos más seguros en el campo
que en el pueblo. Papá, por lo mismo, se fue unos días a su casa natal en el Mas Blanc (Pilzán, Huesca), con sus
hermanos, y mamá se quedó en La Puebla, en nuestra casa. Ella fue muy valiente,
pues el pueblo estaba lleno de militares y ellos mismos le aconsejaban que no
dejara la casa sola. Aquella zona se consideraba fronteriza y podían venir
milicianos a saquear todas las casas que estuvieran con las puertas cerradas.
Finca de olivos en La Puebla de Castro. Autor de la foto: Eugenio Cama Permisán. |
Un día en la finca,
estábamos jugando al escondite. Mi prima Raquel y yo, nos alejamos de la caseta y en ese momento pasó un avión con
las sirenas a bando, y comenzamos a correr. Tía María (María Arnal Sahun) nos
gritó: “No corráis, tiraros al suelo”
y eso hicimos. Pasamos un miedo horrible hasta que se marchó el avión.
Otro recuerdo de
aquella época es del Domingo de Ramos. Yo iba a estrenar vestido y zapatos. Ya
estaba limpia y vestida, solo me faltaba un zapato por poner, mamá me dijo:
“Espera aquí y estate quieta, que voy a quitar del fuego la comida para los
cerdos”. La puso cerca del balcón a enfriar, y yo, en lugar de estarme quieta,
me puse a saltar a la pata coja, en una de las vueltas, metí el pie descalzo en la pastura de los cerdos, que estaba muy
caliente… total, que no estrené el vestido, ni los zapatos, ni salí de casa. No
recuerdo si la quemadura fue fuerte o no, mamá me quitó el calcetín rápidamente
y me puso pomada que tenía para estas cosas y una venda. Esta pomada la hacía María Abadesa Pérez de Casa Ronda, y la
repartía por todas las casas de La Puebla.
Domingo de Ramos en La Puebla de Castro. Año 1960. Foto de Carmen Salamero Sierra. |
Cuando empecé a ir a la escuela, papá me hizo
esta advertencia: “Cuando salgas de la
escuela, primero a rezar el rosario (que todas las tardes lo hacían a las
cinco), después a merendar, luego a jugar
un rato en la plaza y después, a estudiar y hacer deberes”. Esto no me lo
tuvo que repetir más.
Foto antigua de la calle Debajo de la torre con escolares. La Puebla de Castro. Foto facilitada por Ángel Vidal Abizanda. |
Mis primeros
recuerdos en la escuela no los
tengo, pero un poco más adelante, si recuerdo que era bastante aplicada. Apenas
pasé por la primera y segunda sección. Fui escalando puestos con bastante
rapidez, pasaba a las chicas de mi edad (que éramos 16) e incluso a otras
mayores que yo, como a Francisqueta (Francisca
Torres Tellet), Carmeta Salada (Carmen
Subías Boira), Carmeta de La Casilla (Carmen
Gros Suárez), Conchita Badel (Concepción
Badel Mazana), para instalarme en la primera sección con otras mayores que
yo. Cuando se marchó Teresa Morancho (María
Teresa Morancho Giral), pasé a ocupar su puesto del pupitre de pareja con
Serafina Romeu (Serafina Suárez Salamero),
que tenía tres años más que yo. Luego vino a ocuparlo conmigo Pura la de Cirilo
(Pura Burrel Porta), estuvimos
juntas hasta los 14 años, que es la etapa final e hicimos muy buena amistad.
Aunque ella tenía su grupito de amigas y yo el mío, coincidíamos en la forma de
hablar, en nuestros comportamientos, esto nos llevó a tener una relación muy
sana y profunda que la conservamos hasta el final de su vida. Pura terminó su
educación en La Monjas de Barbastro, estuvo allí dos curos, y yo, en Las Monjas Carmelitas de Graus, también dos
años.
Foto de las niñas del curso 1935-36 de la escuela de La Puebla de Castro. Maestra Dª Asunción. Foto de Serafina Suárez Salamero. Pueden ver el nombre de las alumnas en: https://puebladecastro.blogspot.com/2024/02/fotografia-de-escuela-de-la-puebla-de.htm |
Así fui creciendo y
aprendiendo poco a poco educación, saber estar, me enseñaron a bordar, coser con una modista, hacer pañitos con
vainicas, punto de cruz, festón con hilos de colores, hacer dobladillos, coser
botones, etc., labores que, después en la vida todo me fue útil. Fui perfeccionado la costura con otras
modistas que había en La Puebla, nada menos que 4 modistas, que yo recuerde.
Una de ellas era profesora de corte y confección, y con ella lo aprendí todo
completo. Después eso me sirvió para ganar algún dinero. Una vez casada, cuanto
teníamos los chicos, les hacía toda la ropa, vestidos, pantalones, blusas,
chaquetas, etc.
El tiempo iba pasando
y yo haciéndome una mujercita, ya nos
dejaban entrar en el baile de La Puebla, y comenzábamos a relacionarnos con
los chicos. No faltaban las advertencias de mi madre, como teníamos que
comportarnos con ellos, no consentir que me faltaran al respeto ni nada
parecido.
Fiestas Mayores en la Plaza Mayor de La Puebla de Castro. Año 1968. Autor de la foto: Antonio Franco Nadal, Tonón de Palacín). |
El día que cumplí 15
años, mi madre hizo en casa una chocolatada con torta, para que yo invitara a
mis amigas y a los chicos con los que nos relacionábamos, más o menos, entre
ellos Paco (Francisco Bruballa Angusto).
Estuvimos 17, entre chicos y chicas, lo pasamos muy bien, y mamá hasta nos dio
un vaso de sidra. Faltaba un vaso y Paco no quiso beber en el de otro chico, yo
pensé: “pero qué tondo, tampoco tiene
tanta importancia”.
A partir de ese día,
Paco ya empezó a mirarme, a mí también era el que más me gustaba de la
pandilla, y al poco tiempo, ya empezó
nuestro romance.
El día de San José,
estrenaron traje su hermano y él. Paco estaba guapísimo, y aquel día ya
bailamos toda la tarde juntos. Yo tenía
15 años y él 18.
Francisco Bruballa Angusto. La foto lleva escrita por detrás la siguiente dedicatoria: “Siempre pensando en ti, quien mucho te quiere, Paco”. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Al poco tiempo Paco vino a Zaragoza a estudiar y
trabajar en las oficinas de Dragados y
Construcciones, y quizá fue entonces cuando nos dijimos que nos queríamos,
y nos planteamos como iba a ser nuestra relación por separado, y llegamos a la
conclusión que éramos muy jóvenes y que pasarían varios años hasta que nos
casásemos. Escribirnos una carta cada día nos parecía muy pesado, ya sabíamos
de alguna pareja que no les había ido bien, así que nosotros nos propusimos
escribir uno todos los martes y el otro los viernes, y así nos fue muy bien.
Paco iba a La Puebla
en alguna fiesta, y así podíamos vernos y cultivar nuestro amor, que cada día
iba creciendo. No faltó alguna engreída que intentó conquistarle, pero él
parecía tenerlo muy claro y así me lo repetía una y otra vez, que me quería
mucho.
Rondalla en las fiestas de La Puebla de Castro, pasando por la Calle General Prim. Año 1959. Autor de la foto: Carmen Salamero Sierra (Carmen Flores o Carmen de Orencia). |
Yo también tenía
decidido que era el que más me gustaba para marido y padre de mis hijos, y ya
nos dimos la primera foto, yo con 15 años y él con 18. Así, aunque estábamos
separados podíamos vernos en la foto.
Araceli Pau Arnal y Francisco Bruballa Angusto (Paco). Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Un tiempo después, mi
hermano Joseré (José Pau Arnal), que
estaba en Madrid, se puso enfermo
del estómago, y tuve que ir a cuidarlo.
La vida con mi hermano fue muy agradable, él tenía un taller de artículos de
viaje, y me enseñó a coser la piel y así me ganaba algún dinerillo, a la vez
que cuidaba de la casa, hacía la comida, etc. Los domingos íbamos juntos a Misa
a Jesús de Medinaceli, del que él era muy devoto. En Madrid, es una cosa
parecida como aquí en Zaragoza ir al Pilar. Después de oír Misa, nos íbamos al
Museo del Prado, durante 2 horas y veíamos los maravillosos cuadros que hay en
él, y de distintos pintores como: Velázquez, Murillo, Goya, etc. Esa era
nuestra fiesta del domingo.
Museo del Prado de Madrid. Postal antigua. |
Luego ya tuve un
grupito de amigas, con el que por la tarde salíamos a pasear, ir al cine alguna
vez, o a tomar milhojas con café con leche y muchas otras veces, no tomábamos
nada, por ahorrarnos una peseta que me daba mi hermano y a ellas sus familias.
Yo bordaba algún
juego de cama o alguna mantelería, y así iba teniendo mis ahorrillos.
Mi hermana Ángeles (Ángeles Pau Arnal), pasaba algún tiempo
en Madrid con tía María (María Arnal
Sahun), hermana de mamá, y conoció al carnicero donde compraba tía María, y
mira por dónde, empezaron a salir y se hicieron novios. A mis tíos no les
parecía mal porque ya lo conocían, también a sus dos hermanos carniceros, ellos
ya estaban casados. Llegó el momento que decidieron casarse.
Mi futuro cuñado (Tomás Álvarez del Valle) compró un piso
en la calle Alonso Cano, cerca de sus hermanos y del mercado donde tenían las
carnicerías, sino me equivoco, por la Glorieta de Iglesias o de Chamberí.
Para mí aquello era
todo un acontecimiento, “la boda de mi hermana”. Además,
mi futuro cuñado quiso que yo fuera su
madrina de boda: “nada, nada…” les
decía a su familia, “no quiero ninguna
sobrina, yo iré del brazo de mi cuñadica”. Me quería mucho.
Era la primera vez
que me veía importante en un acontecimiento familiar. Yo tenía que estar a la
altura. Fui a la calle Carretas, junto a la Puerta del Sol, que era donde había
visto con mis amigas cosas muy bonitas para novias. Y le compré a mi hermana, todos
los aderezos que necesitaba: una diadema muy bonita, guantes calados, el ramo
de novia con las flores hechas de tela, medias blancas con una liga azul y un
ramito de azahar “símbolo de pureza”
y el clásico ramito para la solapa del novio, que se lo regalaba la novia, y
también de azahar. El vestido era blanco de raso, se lo hizo la modista, era
muy bonito, y también hizo el mío de madrina, negro con una rayita brillante,
largo hasta los pies, y me puse una peineta con la mantilla de blonda de la
boda de mi madre, era preciosa.
Mi regalo de boda fue
la batería de cocina, toda de aluminio, entonces el acero inoxidable no se
utilizaba, y Tomás decía: “el mejor
regalo, el de mi cuñada”.
Pasó el tiempo y
nació mi sobrina Mª Carmen (Mª Carmen
Álvarez Pau). Vino mamá al parto para cuidarla, y yo me fui a La Puebla
para estar con papá.
Genograma de Casa Bravo de La Puebla de Castro. |
Cuando las cosas se
normalizaron volví a Madrid, estuve unos días con mi hermana y ya, a casa de mi
hermano. Hacía tiempo que tenía novia, y me hablaron de que se querían casar. Los
acontecimientos se precipitaron y ya me
vi en medio de preparativos de boda otra vez. Mi hermano quería que yo
fuera la madrina, pero mi hermana se empeñó que quería ser ella: “tú ya fuiste madrina de nuestra boda, es
lógico que ahora sea yo”, decía.
El día de la boda, mi
hermana se retrasó un poco y mi hermano decía: “claro con una niña de meses…”
Se casaron en la
misma iglesia que mi hermana, Nuestra Señora de los Ángeles, la parroquia de
mis tíos, casi las mismas personas, más los padres y hermanos de Antonia (Antonia Jiménez González), mi cuñada.
Yo seguí trabajando
en el taller de mi hermano, pero como estaba mi cuñada para las cosas de la
casa, me busqué otra ocupación. Estuve un tiempo bordando en las monjas jesuitinas de Usera (colegio
Mater Purissima). Hacían maravillas en mantelerías, sábanas, etc. Fui
perfeccionando el bordado y tenía mi pequeño sueldo. De vez en cuando me salía
algún juego de cama o mantelería para el ajuar de boda de alguien más o menos
conocido.
Escuela de costura de las Monjas Jesuitinas de Usera, colegio Mater Purissima (Madrid). Foto de: https://jesuitinas.es/2021/11/23/75-anos-mater-purissima/ |
Ángeles, mi hermana,
tenía que ir a la carnicería de su marido Tomás a ayudarle, y yo me fui a vivir
con ellos, y así me quedaba al cuidado de mi sobrina Mª Carmen (Mª Carmen Álvarez Pau).
Nuestra relación con
Paco iba muy bien, cada día nos queríamos más, y aunque fue por carta, Paco me decía que le daba mucha vida leer mis cartas, “que era muy expresiva”.
En Navidad, mi
hermana invitó a Paco a pasar esos días con nosotros, recuerdo un incidente con
mi sobrina Mª Carmen, que tendría un año o dos, pero el caso es que después de
comer y tomar café, mi hermana Ángeles sirvió una copita de coñac para los
hombre, Mª Carmen estaba subida a una silla, arrodillada, y en cuanto sirvió mi hermana la primera copa,
la niña la cogió y se la bebió de un trago, y se nos quedó mirando fijamente,
con aquellos ojos que tenía, grandes y bonitos, no sé si asustada o le abrasaba
el coñac la garganta. Nos dio un susto tremendo, pero como no hizo ningún
aspaviento, ni se quejó, ni síntoma de vomitar, pasado el primer momento del
susto, mirándonos unos a otros nos entró la risa a todos, y el incidente no
tuvo más consecuencias, seguimos celebrando la Navidad, sin más. Para Paco y
para mí, fue un bonito regalo la invitación de mis hermanos.
Postal antigua de La Puebla de Castro. Postal facilitada por Manolo Cobos Sopena (Manolito del Zapatero). |
No pasó mucho tiempo
que mi madre, me dijo por teléfono que cuando pensaba volver a La Puebla, que tenía que hacerme el ajuar. Nuestra relación iba adelantando y las sábanas y
mantelerías que ella ya me iba comprando, tendría que empezar a hacerlas, nada
menos que 12 juegos de cama todos bordados a mano y también, las mantelerías, y
ya tomé la decisión de irme a empezar la tarea, pues mi madre tenía razón,
estas cosas no se hacen en una semana.
Recuerdo unos
delantales monínismos, que me hice para estar guapa para Paco cuando viniera de
la oficina. Eran de telas de cuadritos rojos y blancos, verdes y blancos o azul
y blanco, más monos ya no podían ser, con volantitos, piquitos en el borde… y
entre otras cosas, recuerdo también distintos camisones para dormir, más o
menos sofisticados, y había uno que me gustaba mucho como me quedó, la tela era
rosa salmón, la parte de abajo en forma de capa y en la cintura el corte de
princesa y de allí salían unas piezas hacia el hombro bastante largas para
quedar en un nudo como si fueran unas orejas de conejo. El nudo se hacía con la
parte de la espalda y el delantero, la espalda al aire, y además rematé los
bordes con una puntilla de frivolité que la hice yo misma. Me hice otros más
sencillos, pero este era bonito. El juego de novia me lo compré en Madrid, blanco, de raso y blonda, muy bonito. Claro, hacer todo este ajuar llevaba su
tiempo. Luego con todas esas ropas, sábanas, toallas, mantelerías, ropa
interior, delantales, etc., se hacía una
exposición y venían mis amigas a verla, amigas de mi madre, familia, alguna
vecina. Se las invitaba a unas pastas, vino dulce o café con leche, esto ya era
como un anticipo de la boda.
En esa época Juan
Antonio (Juan Antonio Bruballa Angusto, hermano de Paco) y Francisqueta (Francisca Torres Tellet) ya se habían
casado, yo no fui a la boda, pero sí a la de Antonio (Antonio Trell Mora) y Eleneta de Rosacañada (Elena Riba Bruballa, prima hermana de Paco), que me invitaron. Tía
Elena (Elena Bruballa Trell, tía de
Paco y madre de Elena Riba Bruballa) me quería mucho. Para mí este
acontecimiento fue como verme aceptada
por la familia de Paco. Eleneta se casó con traje de chaqueta negro (era la
costumbre) y blusa blanca, y en el delantero, le bordé unos bodoques cerrados y
abiertos, quedó la blusa muy fina y elegante. Cuando ya estaba vestida, con
Francisqueta (Francisca Torres Tellet,
cuñada de Paco) y Pili (Pilar Bruballa
Angusto, hermana de Paco), la convencimos de ponerse una diadema y mantilla
blanca en la cabeza, cortita, que le caía por los hombros, y estaba muy guapa.
Para Paco y para mí, fue una oportunidad para pasar el día juntos, además en medio de toda su
familia, lo pasamos muy bien y yo muy contenta y feliz.
Pasando no mucho
tiempo, ya se habló de mi petición de
mano, y se decidió para el 29 de junio, fiesta de San Pedro. Esto consistió
en que Paco vino con sus padres a pedir mi mano (y me dieron entera). Entonces
no se hacía cena, ni regalo a la novia, ahora es distinto, cenan los padres y
los novios y suelen regalar una pulsera de pedida a la novia. Pero como
entonces no era costumbre, estábamos tan felices. Ya se concretó la boda para
el 12 de septiembre, nos casamos en Zaragoza, vinimos en autobús toda la
familia y Mosén Antonio Olivera Labazuy el Párroco de La Puebla de Castro. Nos casamos en El Pilar el 12 de
septiembre de 1957. No recuerdo en que restaurante comimos, y al terminar, la
familia se volvió en el mismo autobús que nos había llevado a todos a Zaragoza
desde La Puebla.
Después nos cambiamos
de ropa, yo de blanco, y Paco de traje azul marino. Nos fuimos de viaje de novios a Barcelona, la idea
era ir a Palma de Mallorca, pero Paco fue a las oficinas centrales a hacerles
una visita, donde él trabajaba de contable, le dieron un buen regalo en dinero,
pero le dijeron que tantos días no podía estar fuera de las oficinas, así que
estuvimos 8 días en Barcelona.
Fuimos a Blanes,
invitados por Toné de Palacín (Antonio
Franco Nadal), que estaba trabajando allí, vimos también a Justo del
Molinero (Justo Vidaller Fierro), y
recorrimos parte de la Costa Brava. Pasamos un día muy bueno los cuatro juntos,
y por la tarde ya volvimos a nuestro hotel de Barcelona, y al día siguiente de
vuelta a Zaragoza.
Mi traje de boda era muy bonito, de raso
blanco, llevaba un drapeado de flores y hojas pequeñas y la tela era un poco
más gruesa y no caía tanto como el raso normal. La modista me lo hizo un poco
más largo por detrás, sin llegar a ser cola, pero quedaba muy gracioso y
elegante. En la cabeza el clásico tul ilusión que me cubría la cara hasta el
momento que el sacerdote dijo: “ya sois
marido y mujer” y Paco me echó el tul hacia detrás y me dio un beso, es lo
que se hacía en todas las bodas, aunque no fuera el primero.
Pasados tres meses de
casados, se casaron Pepe (José Riba
Vidal de casa Chanroy) y Pilarín (Pilar
Bruballa Angusto), hermana de Paco. A los padres de Paco les hubiera
gustado hacer las dos bodas en un día, pero había un inconveniente que no
dependía de nosotros. Pepe estaba en Sidi-Ifni cumpliendo el servicio militar,
ya decían que pronto lo iban a licenciar, pero Paco dijo: “estas cosas de los militares nunca se sabe si pueden alargarse o
adelantarse. Si no les parece mal, ya que nosotros lo tenemos decidido, nos
casamos y cuando venga Pepe, ya celebraremos su boda”.
La licencia llegó y
Pepe le trajo de regalo a Pilarín la tela para su vestido de novia. Era de
terciopelo negro, distinto al terciopelo de España, un poco más fino y con un
brillo muy bonito, el vestido quedó muy elegante y Pilarín estaba guapísima.
Foto de boda de José Riba Vidal de casa Chanroy y Pilar Bruballa Angusto de casa Giral, año 1957. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Una vez instalados en
nuestro piso, ya comenzamos nuestra vida
en común, contentos y por fin ya estábamos juntos para toda la vida.
Vivíamos en la calle Cantín y Gamboa, y en el piso de abajo vivían mi prima
hermana María Jesús (María Jesús Lanau
Pau, hija de tío Mariano Lanau y
tía Carmen Pau Pueo, hermana de papá)
y su marido Alfonso (Alfonso Labrador),
era como tener a mis hermanos cerca de nosotros. Ellos hacían su vida y
nosotros la nuestra, pero nos veíamos todos los días y sabíamos que unos y
otros estábamos cerca para lo que fuera necesario.
Cuando Paco venía de
la oficina, unos días salíamos a dar un paseo, o nos sentábamos en el balcón, y
también era agradable, y sobre todo novedoso y felices de estar juntos.
Nuestro sueño se
había cumplido.
A Paco, todas las comidas que le hacía le gustaban,
y no se cansaba de decirme: “¡Que rico
está esto!” ya fuera sopa o albóndigas o un filete de pollo o ternera. Le
gustaba mucho la sopa de patatas, como teníamos muchas, porque nuestros padres
nos dieron, y también aceite. Yo rallaba una patata y la hervía con un chorrito
de aceite de oliva, y a Paco le encantaba, decía que no había comido nunca esta
sopa. Como estuvo tantos años en Pensión, lo que yo hacía le parecía rico: la
sopa de marisco, la apella, macarrones, etc.
Para Navidades,
fuimos a La Puebla, y ya les dimos la noticia de que yo estaba embarazada, pasado el primer tiempo de mareos y alguna
vomitina, ya estaba todo normal, y muy ilusionados de ser padres, así que unos
días después de hacer el primer año de casados, nació Margarita (Margarita Bruballa Pau, año 1958).
Genograma de la Familia Bruballa-Pau de La Puebla de Castro. |
Con mucha ilusión, yo
preparé su ropita: camisitas con un bordatito delante y puntillas en los
escotes, jerséis de punto, se lo hice todo yo, las sábanas de la cuna y todo lo
que se necesita para el coche, porque la niña tenía que salir de casa todos los días,
es lo que mandaba el médico. Mi prima María Jesús también tuvo el embarazo a la
vez que el mío, un poco antes que el mío, Pili (Pilar Labradaor Lanau) nació el 10 de agosto y Margarita el 23 de
septiembre. Aquello fue todo un acontecimiento. Yo no quise ir a la clínica
porque Pilarín (Pilar Lanau Pau), la
hermana de María Jesús murió de parto hacía poco tiempo, en una clínica, y yo
quise tener a Margarita en casa.
Todo fue bien, me
llevó el Dr. Savirón y su comadrona vino a casa a atenderme. Aún no veía yo a
la niña, cuando vi un brazo sonrosadito moviéndose de un lado a otro, y nada
más nacer dijo la comadrona: “que niña más hermosa”. Pasó a ayudarnos nuestra
vecina Doña Pilar, que era maestra, y teníamos buena relación, porque cuando
mamá llegó con el coche de línea, ya estaba todo hecho: la niña bañada y
vestida, yo arreglada y todo había ido bien.
La bautizamos en la
iglesia de La Magdalena, que era nuestra parroquia. Vinieron al bautico,
algunos de La Puebla, no recuerdo quién, y mi hermana Ángeles desde Madrid,
que, además fue su madrina.
Todos los días íbamos
a pasear a las niñas con mi prima María Jesús, las dos juntas, fueron
experiencias muy bonitas.
Paco estaba con su niña,
que no cabía en sí de gozo, y yo muy ocupada en bañarla a diario, lavar sus
ropitas y cuidarla, todo era maravilloso. El pediatra venía a verla a casa con
frecuencia, y fue quien me enseñó a hacer el primer caldo, con carne y
verduritas.
La niña iba creciendo
muy sana y bien, pero cuando tenía 9 meses, tuvimos un incidente, yo tuve una infección en un ojo y el
oftalmólogo me dijo que tenía que quitarle el pecho, en aquel momento ya. Me
pincharon en el ojo, y tomando aquella medicación, no podía darle de mamar.
Estuvo una semana que no quería comer, ni sopa ni puré ni nada, solo quería el
pecho y todo el día estaba llorando, fue penoso, pero pasados unos días ya
comenzó a comer, pobrecita lo pasó muy mal, y ya no volvió a mamar. Yo también
lo pasé mal de verla así, pero no podía ser otra cosa. Lo del ojo era
importante, incluso podría perderlo, me dijo el médico, pero al final se curó
bien y gracias a Dios no he vuelto a tener nada igual.
Paco trabajaba en las
oficinas de una constructora, hicieron un bloque de viviendas en la calle
Gascón y Gotor y consiguió que le reservaran una, en la calle de La Luz. Eran viviendas
que estaban bien y nos cambiamos. Margarita tenía 15 meses, estaba cerca del
Parque Grande y a diario dábamos paseos por el parque. En esta casa nació Francisco (Francisco Bruballa Pau, año 1961), tres años después que Margarita, grande y hermoso,
con 4,700 Kg. Era todo lo contrario de Margarita, ella era muy movida, y el niño
muy tranquilo. Con este motivo, fui a las monjas Escolapias de Ruiseñores, y ya
comenzó a ir al colegio todos los días.
Bautizamos a
Francisco en Santa Engracia, que era nuestra parroquia. Vinieron mis hermanos
de La Puebla y los de Paco, lo pasamos bien, bueno, yo estaba con fiebre, pero
nuestros hermanos organizaron mucha juerga. Comimos en casa. Mamá trajo pollos,
los mataron y bajaron a tirar las plumas a la acequia.
Celebración familiar del bautizo de Francisco Bruballa Pau, año 1961. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Los tres hermanos Bruballa y sus
parejas, estábamos juntos para todas las cosas, en lo bueno y en lo menos bueno. Si
había una juerga con otros amigos de La Puebla, allí estábamos a punto los 6
Juan (Juan Antonio Bruballa Angusto)
y Francisqueta (Francisca Torres Tellet),
Pilarín (Pilar Bruballa Angusto) y
Pepe (José Riba Vidal) y Paco (Francisco Bruballa Angusto) y yo.
Genograma de Casa Giral de La Puebla de Castro. |
Y esto ocurrió una de
tantas veces una Nochevieja: cenamos
y tomamos las uvas con nuestras respectivas familias, abuelos, hijos, Juan y
Francisqueta con su hijo Juanito (Juan
Bruballa Torres), nosotros teníamos a Margarita y a Francisco y Pilarín y
Pepe a José Antonio (José Antonio Riba
Bruballa). Una vez acostados los niños, y los abuelos con ellos, nosotros,
los 6 nos fuimos al baile, que es lo que había. Cuando terminó el bile sobre
las 2 de la mañana, Matilde del Mesón (Matilde
Raso Nacenta), casada con Vicente (Vicente
Burrel Guillén), pegó un salto encima de una mesa, con el consiguiente
riesgo porque estaba embarazada. Todos nos asustamos, pero gracias a Dios no
pasó nada, se puso en pie y a voz en grito dijo: “Los críos que se vayan a la cama (se refería a los solteros) y la gente de conocimiento que se quede”.
Nos quedamos 8
parejas y media (esta correspondía al sargento de Mazana, Antonio Herrera Sánchez, su mujer Pilarín, Pilar Mazana Solana, no podía venir por estar embarazada de 8
meses), se acordó que Vicente del Mesón fuera a buscar pollos para asarlos,
tenían este negocio, y los demás hicimos una hoguera en la plaza con buena
brasa, íbamos a “furtale” la leña al
“Panadé”, “ahora que no nos siente” y
ellos también estaban con nosotros, José (José
Espurz Gimeno) y María (María Espuña
Colomina). Nos reíamos a carcajada limpia. Cuando llegó Vicente con los
pollos, le dijo a Mariano Borbón (Mariano
Serena Garuz): “No se te ocurra
meterte en la cama, ten las mesas preparadas y la cantina caliente, con vino y
pan, porque iremos a comerlos a tu casa”.
Y dicho y hecho,
asamos los pollos, apagamos el fuego, la fuente estaba cerca, y todo se quedó
en orden. Comimos los pollos calentitos y bien, cuando había pasado el
suficiente tiempo, a alguien se le ocurrió: “ahora tenemos que ir a rondar a nuestras casas” y allá nos fuimos
cantando y tocando palmas por las calles, no a todas las casas, pero al primero
que acompañamos fue al sargento, pues tenía que cuidar a Pilarín. Cuando
pasamos por debajo del litonero del Cirujano (ahora de Tomasa), dio un grito
Francisqueta en medio de los cantos: “¡Chicos
he perdiú los zapatos, pobre de mí!”, la miramos sorprendidos y le dijimos:
“si los llevas en la mano” y ella “ay, sí que é verdá”.
Cuando llegamos a
casa Mazana, nos sacaron torta y algo más, pero con todo lo que habíamos
comido, no podíamos con más. Luego fuimos al horno del Panadé, allí tomamos
algo, almendras tostadas y garrapiñadas, vimos que ya era de día y decidimos ir
a nuestras casas. Cuando llegamos, encontramos a mi madre barriendo la calle,
nos echó una bronca a nosotros y Pepe y Pilarín, que bajamos juntos: “¿No os da vergüenza?” No dijimos nada, y
ya me puse a preparar desayunos para mis padres, los niños y nosotros dos.
Luego arreglar y vestir los hijos, pues era Año Nuevo y había que ir a Misa,
ayudar a hacer la comida, etc.
Foto familiar de casa Giral y casa Bravo, año 1964. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
A los 5 años nació Araceli (Araceli Bruballa Pau, año 1966), que nació en la clínica, pues ya
el tercero, con dos niños en casa era un problema. El ginecólogo me mandó
marcharme a La Puebla, porque yo tenía la tensión baja, y le preocupaba el
parto en Zaragoza, con tanto calor. Era agosto, nos marchamos el día 11 al
pueblo y el 15 nació Araceli. El viaje fue bien, vino mi hermana con nosotros,
estuvimos 5 días en la clínica y sin ir a casa, nos fuimos con la niña a La
Puebla, allí me recuperé, hasta que volvimos a Zaragoza, cuando los niños
comenzaron el colegio.
La bautizamos en La
Puebla, los padrinos fueron Francisqueta y Pepe, a Francisqueta le hacía mucha
ilusión ser madrina, y mamá hizo chocolate con torta para toda la familia en
casa Bravo, allí me recuperé hasta que volvimos a Zaragoza.
Los niños ya comenzaron el colegio. Para El Pilar,
vestimos a Margarita y Francisco de baturros. Ellos iban creciendo, las niñas
iban al colegio de Escolapias y Francisco a Escolapios
En este intermedio,
Paco se metió en una sociedad que formaron con otros dos amigos, resultó que al
poco tiempo nos arruinamos y todo lo
que habíamos invertido lo perdimos, y de tener una situación buena, nos vimos
de la noche a la mañana con el cielo y la tierra, tres hijos pequeños, Araceli
tenía 3 años y Margarita 11. Fue un duro
golpe, pero creo que la vida nos dio una buena lección. Paco y yo nos queríamos
mucho y teníamos que salir adelante. Paco tenía buenas relaciones y era un buen
contable y enseguida lo ofrecieron que hiciera la auditoría de la Caja Rural de
Aragón, que había hecho quiebra. De allí, le salieron dos buenos trabajos:
gerente de una cerámica y de una fábrica de parqué. Llevó un tiempo las dos
gerencias con buenos resultados.
Yo por mi parte, tenía que hacer algo, los niños ya iban todos al colegio,
miré el periódico y en una capitalizadora necesitaban agentes comerciales,
estuve tres años y medio trabajando y ganando un buen dinero, y ya una vez que
salimos hombro con hombro adelante, dejé aquel trabajo.
Nuestro sobrino Juan Bruballa Torres tenía en Barcelona un almacén de ropa de
caballero y señora y yo vendía todo lo que él me enviaba, y a la vez atendía a
mi casa y familia.
Ya nos habíamos
comprado nuestro buen piso y vivíamos
cómodamente, yo hacía la ropa para los chicos y para mí y alguna cosa para
mi madre, que vivían en el pueblo, pero atendidos en cierto modo por nosotros.
Teníamos coche e íbamos con mucha frecuencia a verlos y a ayudarles, ellos ya
eran mayores. Mis hermanos vivían en Madrid y Valladolid, y les quedaba más
lejos.
Los tres hermanos Bruballa-Pau. De izquierda a derecha, Araceli Bruballa Pau, Margarita Bruballa Pau y Francisco Bruballa Pau. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Paco tenía buena
relación con D. José Luis Gay Muñoz,
era el dueño de los Almacenes Gay, que estaban en la calle Alfonso. Eran hijos
de Valencia, él y su esposa, y quisieron celebrar
Las Fallas de Valencia por todo lo
alto. Nos invitaron a la fiesta en el Casino Mercantil, lo mejor de Zaragoza en
cuanto a salones de ocio. Su hija Rocío fue “La Fallera Mayor” y eligieron a
nuestra hija Margarita de Dama Fallera. Le hicimos un vestido de fallera, que
estaba muy guapa, también estaba con ellas nuestra vecina Amalia Jarne y sus padres. Paco iba vestido
con traje azul marino y yo me hice un pantalón azul de vestir, con la parte de
abajo muy ancha, que parecía una falda, y a tono, una blusa azul marino con
unas flores grandes de color ciclamen, y una pañoleta triangular, con flecos,
del mismo color que las flores. Creo que es la fiesta más elegante que he
vivido. Fuimos muy obsequiados, y D. José Luis nos presentó a buena parte de
las personas que estaban en dicha fiesta. Su esposa Rocío también estuvo muy
pendiente de nosotros, nos sentimos muy halagados y lo pasamos muy bien.
Casino Mercantil de Zaragoza. Foto de Javier Vázquez: https://bellezaocultaenzaragoza.blogspot.com/ |
La vida iba
transcurriendo con normalidad. Hicimos Encuentro Matrimonial, invitados por Manolo
Beltran y Mari, ellos ya lo
habían hecho el fin de semana anterior, les gustó mucho la experiencia, y los
vimos tan entusiasmados que Paco y yo les dijimos que a nosotros nos gustaría,
que nos apuntaran y fuimos a Híjar, 12, 13 y 14 de marzo de 1978, fue una
experiencia muy rica, y al poco tiempo nos dijeron si queríamos colaborar,
dijimos que sí. Había que prepararse y dialogar mucho entre los dos. En casa
éramos 5 personas y mamá 6, en invierno estaba con nosotros desde que falleció
papá, ella estaba acompañada y se quedaba con nuestros hijos el fin de semana
que nos teníamos que ir de casa.
Encuentro Matrimonial, 9 de septiembre de 1982. De izquierda a derecha, Araceli Pau Arnal, Francisco Bruballa Angusto y el sacerdote Mariano Madurga. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Primero a prepararnos
con otras parejas y sacerdotes. Debutamos como equipo el 4, 5 y 6 de mayo de
1979. Estuvimos dando fin de semana a diferentes parejas y algún que otro
sacerdote y monjas, hasta febrero de 1997. Las charlas las escribíamos
nosotros, de experiencia de nuestra vida. Creo que fueron los mejores años de
nuestra vida, trabajábamos mucho, pero recibíamos mucho más de lo que dábamos,
y llegamos a tener una relación y amistad con personas estupendas.
Encuentro Matrimonial en Cariñena. De izquierda a derecha, Araceli Pau Arnal, Francisco Bruballa Angusto y los sacerdotes Mariano Madurga y Mariano Sancho. Foto propiedad de la familia Bruballa-Pau. |
Yo, además de este
voluntariado, también fui voluntaria en el Teléfono
de la Esperanza, 9 años. La formación estaba a cargo de uno de los
psicólogos mejor preparados del Teléfono, y fue muy enriquecedor. Ya que, en
los años de mi adolescencia, mis padres no podían costear la carrera de maestra
que tanto les gustaba para mí, vivir durante tantos años estas experiencias, me
sirvieron para enriquecerme como persona y como pareja.
Cuando hizo 25 años que nos habíamos casado, lo
celebramos en el Centro Pignatelli, con una Eucaristía, nos volvimos a casar,
había 3 sacerdotes y muchos amigos, la mayoría de Encuentro Matrimonial. En el
mismo Centro, en una de las salas que hay, juntamos unas mesas para celebrarlo,
y pusimos muchas almendras garrapiñadas y varios bizcochos que los hice yo en
nuestra casa, tomamos refrescos y cava. Nota: yo hice los tres vestidos, los de
nuestras hijas y el mío. Fue un día muy especial, nos hicieron muchos regalos y
fuimos a Mallorca unos días.
Centro Pignatelli Jesuitas Zaragoza. Foto de https://centro-pignatelli.org/fe/ |
Por casa ya iba viniendo algún chico rondando a
Margarita y Araceli, también Francisco nos trajo alguna chica. De los tres,
que venían por casa, Ángel (Ángel López
Gascón) es el marido de Araceli, los otros dos no llegaron a puerto, pero
ahora todos están felizmente casados, Manolo (Manuelo Lahuerta Tolosa) es de Margarita y Glays (Gladys Maldonado López) de Francisco.
Genograma de la Familia Bruballa-Pau de La Puebla de Castro. |
Tenemos 4 nietos, de
los que yo estoy muy contenta y presumo de lo estudiosos que son, María (María Lahuerta Bruballa), Eduardo (Eduardo López Bruballa), Pilar (Pilar López Bruballa) y Carla (Carla Bruballa Acero), trabajadores y
buenas personas. María y Eduardo con carreras terminas y trabajando, Pilar en
3º de Químicas y Carla en 2º de ESO.
Cuando nació María (María Lahuerta Bruballa, hija de
Margarita y Manolo), que fue la primera de los nietos, Paco ya estaba retirado,
y los veranos los pasábamos en La Puebla, y ya nos dejaron a María unos días,
ese fue el primer disfrute de los nietos,
era volver a vivir nuestros primeros años de casados, emocionante volver a
vivir la experiencia.
Luego vino Eduardo (Eduardo López Bruballa, hijo de Araceli
y Ángel), y como nació en verano, Araceli vino a recuperarse a La Puebla, no
veas lo que disfrutamos con ellos en el jardín. Los tíos de Lérida vinieron a
conocer al nuevo sobrino allí, todo era un verdadero gozo y felicidad.
Cuando iba a nacer
Pilar (Pilar López Bruballa, hija de
Araceli y Ángel), nos llamó Ángel, su padre, al portal y nos dijo: “bajad al portal que nos llevamos a Eduardo,
Araceli se ha puesto de parto”. Cuando volvió a llamar, me dio tal grito
que casi me rompe el tímpano “¡Que
tenemos una niña!”, estaba contento y emocionado al máximo. Como era
invierno, con Nati (Natividad Gascón
Pérez) mi consuegra, las cuidamos en Zaragoza todo lo que pudimos, era
preciosa, con ojos azules.
Y pasados unos años
nació Carla (Carla Bruballa Acero,
hija de Francisco y Nuria). Cuando iba a nacer, estuvimos en la clínica con
ellos en la habitación hasta que se llevaron al paritorio a Nuria (Nuria Acero Ferrer), allí los 4 abuelos
esperando en la puerta. Al entrar en la habitación, como si la viera ahora,
Carla estaba acostadita cabeza abajo, pero con los ojos muy abiertos, como
queriendo ver todo lo que ocurría a su alrededor.
Así que, con estas
preciosidades, como no voy a estar orgullosa de estos nietos, son todos
extraordinarios.
Cuando hicimos 50 años de casados, también lo
celebramos con una Eucaristía muy bonita en Santa Gemma, nos volvimos a casar,
y los dos sacerdotes fueron Mariano
Sancho Andreu, que nos quería
mucho y Luis Antonio Gracia Lagarda,
que con frecuencia venía a vernos y hablaban con Paco ratos y ratos. Vinieron
los hermanos de los dos y un grupo de amigos que nos queríamos mucho y, todavía
nos juntamos a desayunar un día a la semana. Comimos en un Restaurante, y lo
pasamos muy bien.
Araceli Pau Arnal y Francisco Bruballa Angusto participando en la Romería de las Vírgenes de Ribagorza en La Puebla de Castro junto a Mosén José Mairal Villellas. Celebró la Santa Misa el Sr. Obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón D. Alfonso Milián Sorribas rodeado de 31 sacerdotes. Autor de la foto: Pedro Bardají Suárez. |
Araceli Pau Arnal y Francisco Bruballa Angusto participando en la Romería de las Vírgenes de Ribagorza en La Puebla de Castro. Autor de la foto: Pedro Bardají Suárez. |
Paco hace 6 años que se fue (el 3 de marzo de 2016), y no me acostumbro
a estar sin él, pero “no hay otra”.
En su foto, no falta una flor, y por la noche junto las manos, rezo por él y
por mí, y le digo todas las noches: “hasta
mañana, cariño”.
Francisco Bruballa Angusto (Paco). Autor de la foto: Pedro Bardají Suárez. |
Ahora ya he cumplido 90 años, salgo todos los
días a andar, comprar y tomar café y oír Misa, pero ya no quiero contar más
cosas de mi vida, excepto que ahora estoy en La Puebla, que es donde mejor me
encuentro, disfruto de mi casa, voy a andar todas las mañanas a las 8, me
encanta andar con el fresco y tomo el sol de la mañana, que es el mejor. Al
volver voy a ver a Pepe Chanroy (José
Riba Vidal, concuñado), me da lechugas y acelgas cuando necesito. Cuando
llego a casa tomo fruta, hago gimnasia, me ducho, oigo la Misa en la tele
(miércoles y viernes la oigo en la capilla de San Antonio de La Puebla y leo
las lecturas), después me voy al bar a tomar café y a comprar algo que
necesito, ya sea fruta, carne o pescado, al volver a preparar la comida.
Luego viene lo mejor
del día, la tarde, jugamos al parchís
en el jardín de Susana (Susana Torres
González) y José Miguel (José Miguel
Cava Marro), con Maribel (María
Isabel Senz Laencuentra) y Carmen (Carmen
Traposo Miguel), esposa de Jesús (Jesús
Alos Pellicer), son mis vecinos, nos reímos mucho diciendo tontadas
mientras jugamos. De vez en cuando Tino, el perro de Susana, sube a la mesa, es
un mimoso, quiere que le hagamos caricias y él también nos pega algún
lengüetazo.
El día que vino
Maribel a jugar después de su operación de hernia, Susana quiso celebrarlo con
un bizcocho que hizo y una botella de sidra. Para San Juan también lo
celebramos con unas tortas muy buenas que compramos y sidra, el San Juan duró
tres días, o sea que no solo jugamos, tomamos de vez en cuando algún helado.
José Miguel y Jesús tienen su bar aparte, y todos los días se toman su cerveza.
Araceli Pau Arnal. Autor de la foto: Pedro Bardají Suárez. |
Con todas estas cosas
que hago en La Puebla, cómo no voy a estar a gusto. Procuro llevarme bien con
todos, tengo buenas relaciones con vecinos, amigos,… pero, además, tengo a Mari
Pili (María Pilar Mur Bruballa),
prima de Paco, mi marido, que para mí es como una hermana, ella siempre me
resuelve cualquier cosa que necesito, y no solo a mí, lo hace con todo el
mundo, allí donde puede ayudar, siempre está dispuesta. No hay otra igual.
Por ejemplo, abrir la puerta del garaje cuando me traen gasóleo y yo no estoy allí, o como cuando me vine a Zaragoza en septiembre que le dije: “ya irás a cogerte los tomates de huerto, que en un par de días estarán maduros, no dejes que se estropeen, gástalos”, y cuando fue, y entró, vio que nos habíamos dejado en la terraza dos sofás y una mesa con sillas, ni corta ni perezosa llamó a su hijo Ubaldo (Ubaldo Olivar Mur) y le dijo: “Ya puéd vení enseguida porque estos (refiriéndose a nosotros) se han dejau 2 sofás y una mesa con sillas afuera, y si llueve se les malmeterá tó”. Lo entraron todo al garaje y la mesa, como le parecía que no estaba suficientemente tapada, puso encima plásticos que había en el garaje. Así que cuando volvió mi hijo Francisco se encontró todo guardado. Es única, no hay otra igual, yo la quiero mucho.
La Puebla de Castro. Autor de la foto: Marc Bayona Bardají. |
A Partir de ahora, lo
que me queda de vida, lo voy a utilizar, en disfrutar de mis hijos, mis nietos,
amigos y familia, y como todos me habéis ayudado a llegar hasta aquí, así de
bien ¡un millón de gracias!
Os quiero,
Araceli.